miércoles, 28 de diciembre de 2011

Un día al lado del mar


Por Rachel Iltis
Sus ojos estaban llenos de conocimiento, de dolor y de resignación. Sin embargo, nos regaló una sonrisa tentativa al formarse en la cola para recibir una torta y un jugo. Parecía tener ocho años de edad, pero tenía la responsabilidad de tres hermanas más chicas, y su madre acababa de tener otra. En todas era manifiesta la carga aplastadora de la pobreza y la desnutrición.
Su largo cabello negro incluía rayos de color cobrizo. Al principio se me hacía bello, hasta que me explicaron que indicaban una prolongada falta de alimento. Lo único que estas niñas habían conocido era descuido, abuso, necesidad. Y sus días seguirían así, una lucha constante por vivir.
Pero un día en julio en el campamento Kikomar, en una playa al norte de Tuxpan, Veracruz, pudieron gozar de algo diferente y escuchar del amor de Jesucristo, en un festival para niños. Ese día hubo abundante alimento y la niña de ocho años de edad pudo ser por una vez una pequeñita feliz sin responsabilidades. Se gozó con los cantos, las risas y los juegos basados en el tema de Dios, que envió a su Hijo al mundo para sanar cuerpos y almas y salvarnos a todos de pecado y de muerte.
El programa incluyó una carrera de obstáculos, trabajos manuales e historias de la Biblia. ¡Qué emocionante ver sus rostros felices al cantar cosas como “Cristo me ama”, tanto en inglés como en español! Entre otros voluntarios en el campamento, estaba un grupo de Hawái que no hablaban en castellano, pero se prestó a demostrar su amor para cada niño y el idioma no era una barrera después de todo. El día resultó un magnífico ejemplo de la manera en que el amor de Dios puede sobrepasar todas las barreras de cultura, lenguaje o nivel económico.
En total participaron en las festividades cuarenta niños y adultos de las comunidades cercanas a la playa, y las actividades abrieron la puerta para un ministerio futuro. Dios usa el campamento Kikomar de muchas maneras y me tocó el precioso privilegio de servir allí el pasado verano. Pasé seis semanas desde finales de junio hasta mediados de agosto, colaborando con las señoritas Diana Garrett del Río y Mirna Sotomayor Lechuga.
¿Quieres visitar Kikomar con tu grupo de jóvenes? campkikomar@gmail.com

(este artículo fue publicado en Revista Prisma en su edición de noviembre/diciembre 2011)

viernes, 16 de diciembre de 2011

Aventureros de Canadá















La familia Rasenberg estuvo este último mes en Kikomar, escapándose de los fríos de Canadá. Primero llegaron Peter y Chris y nos ayudaron con trabajo voluntario en el campamento: en carpintería, pintura y un sinfín de pequeños trabajitos. Luego les alcanzaron su hija Alex, su nietecita Lucy y un amigo de la familia, Mitch.
Finalmente llegaron sus otros dos hijos: Jonathan y Aaron.
Como les encanta la aventura, se dedicaron a hacer varias cosas interesantes en Kikomar, incluyendo volar un parapente tanto dentro como fuera del agua, subir árboles sin ningún tipo de apoyo más que la pura fuerza muscular. De hecho se lanzaron al patinaje sobre hielo en la pista que pusieron en la plaza en Tuxpan.
Además, fueron a dar un taller de lanzamiento de cohetes a propulsión de agua en la secundaria Pericles Namorado. Los hicieron de botellas de refresco, perfeccionando los vuelos con aletas y conos de nariz. Pusieron en práctica la Tercera Ley de Newton, además de principios de estabilización y aerodinámica. !Los muchachos quedaron encantados!